No es cuestión de parecer un ‘hater’ de estos que no dan oportunidad a que las cosas se acaben por desarrollar, pero el mundo de los videojuegos ya tiene suficientes años a sus espaldas como para no comprender por qué empresas tan veteranas en este mercado como Microsoft siguen cayendo una y otra vez en el mismo error.
Microsoft presentaba el pasado martes días 21 de enero como producto estrella un nuevo caprichito que sonaba a evolución de Kinect, no tanto por aquello del control de movimiento como por toda la tecnología que hay detrás, de escaneado en tiempo real de superficies y la posibilidad de incorporar a ese entorno 3D resultante todo tipo de aplicaciones o experiencias que los de Redmond han dado en llamar ‘holográficas’.
La idea como tal es mágica, increíble, espectacular, futurista y nadie en su sano juicio no querría probarlas ahora mismo para disfrutar de todo lo bueno que tiene el mundo virtual dentro del real. En el salón de nuestra casa, en la habitación… ¡donde sea! Pero lejos de esas exhibiciones de poderío, hay algo que no podemos olvidar y es que si las HoloLens las quieren aplicar a los videojuegos (no solo, pero sí es uno de sus usos), tendrán que tener un objetivo, un fin claro, una aplicación práctica más allá de la meramente demostrativa. Y es aquí donde entran en juego todos los malos presagios de muchísimas tecnologías que iban a llegar a los videojuegos para transformarlos y más tarde quedaron en nada.
No nos iremos muy lejos por que tenemos reciente un ‘epic fail’ de Microsoft con otro accesorio que iba a ser la bomba. Kinect, ese control de movimiento que nació al amparo del éxito atronador de Wii y sus Wiimote y que llevó a Microsoft a pensar que habían dado con la tecla. Que habían descubierto la pólvora. A tanto llegó su ceguera o, mejor dicho, sus necesidades empresariales por dar retorno a los costes del proceso de investigación, que le dedicaron conferencias enteras en el E3 (el del año 2011) donde nos vendieron que el futuro no podría entenderse sin esa camarita que nos miraba y escaneaba en tiempo real cuando nos poníamos frente al televisor para jugar.
Kinect no fue ni mejor ni peor que cualquier otra tecnología de las que han fracasado cuando llevan impresa la palabra ‘accesorio’ en la caja. El adaptador de cartuchos de Atari 2600 para CBS Colecovision fue un fiasco, las gafas 3D de Master system, el MegaCD o el 32X de SEGA, el ratón de PSX, el juego online de PS2 con su adaptador de HD y Ethernet, la cámara de PSP o PS Move y las 3D en PS3. Todos eran buenas ideas, grandes pasos adelante y todos acabaron siendo una simple anécdota a pie de página por su condición de accesorios.
Pero no creáis que Microsoft no sabe esto que estamos diciendo aquí. Lo entendió rápidamente con Kinect en Xbox 360 y por eso su empeño de que cada nueva Xbox One lo llevara en la caja. De serie. Sin preguntar. Y por eso fue tan doloroso y significó el enterramiento definitivo de una tecnología prodigiosa a la que no le sacaron un partido concreto. Sus costes lastraban a su ‘next-gen’ y en un movimiento que todos conocéis, bajaron 100€ el precio cuando hincaron la rodilla y reconocieron algo que era evidente: sobraba el accesorio.
Las HoloLens de Microsoft serán ‘otro’ accesorio más si nadie dice lo contrario, y veremos a ver cómo lo implementan dentro de una futura nueva consola, a ver de qué manera le dan la suficiente importancia como para que deje de ser precisamente eso, algo accesorio, y se convierta en esencial para la experiencia de juego. Es ahí donde esta la clave de su éxito, en ver si el mercado, al margen de disfrutar con esa ‘demo’ que vimos el otro día, entiende que eso de sentarse con un pad delante de la pantalla pasó a mejor vida y que el futuro nos pide que nos levantemos, y que juguemos dentro de un nuevo escenario que es el salón de nuestra casa. Todo entero.
Al igual que en el caso de la Realidad Virtual (RV) o, como en este caso, de la Realidad Aumentada (AR), se trata de tecnologías que tienen una clara afinidad con los videojuegos pero solo eso, son tangenciales, son adornos que aplican a la experiencia de juego un plus, un punto mayor de espectacularidad pero sin llegar a sustituir lo verdaderamente importante. Por eso las HoloLens pueden llegar a convertirse en el segundo Kinect de los de Redmond.
Un accesorio que tendrán unos pocos, que la propia compañía apoyará con juegos para demostrar lo bien que pinta pero que fracasará estrepitosamente si no se crea un nicho de negocio rentable que invite a las ‘third party’ a invertir, a desarrollar juegos para las HoloLens sin que haya de por medio inyecciones de dinero de Microsoft.
Esta es una historia que se ha repetido muchas veces en los más de 40 años de historia de los videojuegos. Eso sí, ahora solo falta saber si HoloLens entrará a formar parte de ese selecto grupo de accesorios que acabaron cogiendo polvo al poco tiempo de llegar a las tiendas o no. Como Kinect.
¡Ah!, y si hay alguien al que le encantaría que estas HoloLens triunfen y sean indispensables… ese soy yo.
El artículo Blog: Microsoft no aprende, primero fue Kinect y ahora las HoloLens se publicó en GamerZona.
FG_AUTHORS: Jose Luis
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